viernes, 21 de octubre de 2011

Autoayudo.


Hablando de caminos… que rarezas encierra esta naturaleza nuestra.
Un gran amigo mío se pasó media vida detrás del amor, sin saber que este se escondía en cada rincón de la tierra. Cuando el llegaba a su destino, convencido de que allí lo encontraría…  el amor desaparecía sin dejar rastro. Y así una vez detrás de otra.   El hombre acabo desenamorado de la vida.  Se puso mustio y gris.  Y es que el día que hizo un alto en el camino y se paro a mirar sus manos, en ese mismo momento comprendió que cada arruga le mostraba un amor perdido.  Un amor desvanecido, olvidado en la cuneta del tiempo. En ese preciso momento se dio cuenta de que había renunciado al amor, por el amor.  Y es que el amor no se escondía en realidad… estaba en cada esquina, cada cruce de miradas, cada caricia, cada palabra amable, cada llamada de teléfono… pero claro,  entre que el amor es ciego y este amigo no quería ver… el tiempo hizo su trabajo, y ya no había tiempo para amar, ni siquiera para amarse a si mismo.  


Recuerdo la primera vez que me tire a la piscina.  Fue un momento horrible. Recuerdo a una señora con un palo ofreciéndomelo para llevarme al bordillo. Mire su cara y comprendí que el agua no iba a ser lo mío.  Mas tarde me entere de que acuario no es un signo de agua sino de tierra, con lo cual los astros tampoco estaban tan equivocados. Simplemente nado por supervivencia, no por placer. 

Es increíble lo que el ánimo puede hacer. He comprobado que una sola palabra de ánimo puede lograr que cualquier persona se levante del suelo y luche.
También he visto los intereses de algunos seres humanos en evitar que esto suceda.
Pues también funciona a la inversa y ellos se han empeñado en que nos pasemos la vida con miedo, con la cabeza dentro de la tierra como un avestruz. Espero que las generaciones venideras aprendan de los errores nuestros. Aunque viendo el panorama y bajo mi humilde opinión,  parece que la mayoría  de los jóvenes se han empeñado en volver al mono. (Y lo están consiguiendo)

He visto la cima de la montaña. La acaricie con mis dedos, cuando iba a subir para mirar el mundo bajo mis pies, una racha de viento me azotó y caí dando volteretas hacia abajo, una vez  en el suelo… ¡maldije una y otra vez a los dioses!  ¿Cómo puede ser, que tenga que volver a subir? ¿Todo el esfuerzo que hice… fue para nada? Despues de comprobar que nadie iba a atender mis oraciones, decidí volver a subir, pero esta vez por otro camino distinto. Lo voy a hacer sin prisa y explorando cada rincón del camino empapándome de cada sensación nueva que invada mi cuerpo. Y entendiendo que este camino es solo el mío, que nadie puede andarlo por mi, y sobre todo que nadie esta obligado a acompañarme en la travesía. También he aprendido que vaya donde vaya… nunca escapare de mí.  Me llevare conmigo a todas partes, así que es mejor llevarme bien conmigo mismo, por mi propio bien. Y si el camino se cruza  con otros caminos sonreiré, bailare y descansare junto a vosotros, en la hoguera… contando batallas. Si no es así,  es inevitable.

Creo que ya no siento la necesidad de enseñarle al mundo quien soy.  

Suerte amigos.

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