martes, 27 de septiembre de 2011

El último adios.

En la última emboscada
Quedamos huérfanos de palabra;
Mientras el orgullo a los labios sentenciaba… 
Las hojas que el otoño marchitó  
Errantes  vagan por las calles  estriadas.
Y en el banco del último adiós   
Las palomas devoraran nuestras entrañas. 

No volverán a florecer
Las lunas de cobalto que duermen en los parpados;
Será el anochecer, 
El que cure a los días de sus llantos.  

El miedo habitará cada relinchar de zapatos
Condenados a naufragar en el fragor de los charcos.
Y las luciérnagas bailaran en los recodos ensombrecidos;  
Donde un corazón se exaltara lamiendo pezones desatendidos. 

Me sobra toda puñalada que venga de espaldas
Sentencia de soledades y de suelas gastadas.

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