-¿A dónde miras?
-miro a las amapolas.
-¿Por qué no me miras a mi?
-estoy cansado de buscar un mundo mejor en tu mirada.
-¿Qué insinúas?
-nada déjalo, no lo entenderías.
-¿Quién eres tú? Mejor dicho, -¿Quién te crees que eres?
-solo soy ese extraño desconocido que habita la noche;
No puedo responder con más exactitud.
-mientes…
-lo sé.
-¿a qué estás jugando?
-no lo sé, tu deberías de saberlo…
-te conozco mejor de lo que piensas. Y sé que estas atravesando los límites. ¿Acaso quieres volver a los infiernos? Ya has estado allí, sabes de lo que hablo.
-sabes… en otro tiempo creí en ti.
-¿Por qué no me escuchas?
-vivo mi vida, ahora mismo no necesito consejo de nadie y menos de ti, ¿sabes? En realidad nunca he salido de ese maldito sitio. Deberías haber estado aquí para verlo, deberías de haberme escuchado, pero ya nunca estabas… me dejaste solo.
-siempre he estado contigo maldita sea. Nunca dudes de que quiero lo mejor para ti.
-no lo creo.
-hay personas a las que salpicas con tus decisiones. ¿Lo sabías? Y luego está ella…
-sí, lo sé.
-¿y qué piensas hacer?
-nada, aléjate de mi.
-me voy a callar, pero jamás te voy a dejar solo. Siempre estaré contigo y esto nadie lo puede cambiar. Es una verdad tan inmensa como una montaña. Tú lo sabes… me voy a quedar en silencio hasta que decidas volver a llamarme.
-mejor, ya nunca te llamare. No te necesito. No necesito que estés atormentándome en cada decisión que tomo. Ya tengo bastante con soportar al resto del mundo. Puedes morirte por algún sucio rincón que encuentres por ahí dentro. Ya no te quiero.
-me haces daño.
-pues jodete maldito cabrón.
-de acuerdo, no voy a seguir hablando contigo, cuídate…adiós.
-hasta nunca. Por cierto… no sé quién soy. Ni lo quiero saber.
Adiós.