viernes, 10 de junio de 2011

Una extraña enfermedad llamada: amor.

Bueno estrenamos el blog que se a currado Melindrona (muy chulo). ¡Una puta historia de amor! Espero que NO os guste.

 
Un olor hediondo recorría la estancia. Despertó de un sobresalto, como si hubiese sido víctima de un susto a traición. El hedor le provoco el vomito. Después de palpar por debajo del pantalón, no había duda: se lo había echo encima.

Elisa estaba avergonzada. Encendió un cigarro y suspiró.

-¿Por qué?
Se preguntaba.

Elisa contaba con 25 años. Aunque el espejo reflejaba casi a una señora de 40. Después de tirar las bragas a la basura, comprobó que habían cortado el agua corriente. Se puso el pantalón maloliente y manchado y salió de casa hacia ninguna parte.  

Su aspecto era de delgadez extrema. Apenas contaba con una docena de dientes. Su piel era pálida y rugosa. Y sus ojeras indicaban a los transeúntes que no gozaba de una salud de hierro. La gente se apartaba cuando Elisa se cruzaba en sus caminos. Era un despojo social a todos los efectos. Parecía que estaba esperando el fatídico momento final. Creía que la muerte le haría libre. Entre   maldiciones a los viandantes y escupitajos al suelo le sobrevino la noche fatal…

El día que abusaron sexualmente de ella, los asistentes de la fiesta se mofaron de una manera salvaje.  Parecían perros con la rabia. Solo pasaban por seres humanos por su aspecto.

Todo estaba meticulosamente planeado. Luis no iba a dejar a la pandilla sin una buena ración de sexo alcohol y drogas.  

Elisa a sus 19 años, dictaba mucho de parecerse a la desaliñada de ahora.

Era hermosa y popular. Ingenua y una gran persona. Sus pechos eran voluminosos y firmes. Su piel color chocolate,  lucia una sonrisa cautivadora entre los cabellos rizados que se descolgaban por su cara. Era amigable y siempre tendía la mano a los más desfavorecidos.  

Se ruborizaba cada vez que el chico se le acercaba y le temblaba la voz.
Enamorada de Luís aceptó la invitación.

Al llegar a la casa, notó cómo la miraban. Sintió un escalofrío recorrer todos los poros de su piel. Enseguida supo que algo no andaba bien.  Se había puesto sus mejores galas. A pesar de pertenecer a una familia humilde, sabía sacar partido a la ropa de sus hermanas.

Luis la esperaba.  A pesar de ser un chico popular y triunfador, estaba sudando y tartamudeaba un poco.  Enseguida quiso subir a las estancias de arriba. Luis desprendía un olor muy fuerte a alcohol. A pesar de notar al chico nervioso y raro, decidió acompañarle. Estaba totalmente entregada. Todas las horas del día  pensaba en el. Se imaginaba sus labios rozando los del chico. Tenía la cabeza en otro lugar. Padecía una cruel enfermedad llamada: Amor. 

Al llegar a la habitación se sobresaltó.
Todo estaba hecho una porquería. Alguien había vomitado sobre la cama. Y algún desaprensivo, víctima de un apretón, había defecado en el suelo.

¡MALDITA SEA! ELLA DIJO NO… DIJO NO… 


Luis la precipitó sobre la cama. Al unísono todos entraron en la habitación. Elisa víctima del pánico y de estar desorientada, comenzó a gritar.  Enseguida Luis soltó la mano que fue a impactar en la cara de ella. Tenía los ojos inyectados en sangre. Posiblemente por la cantidad desorbitada de cocaína consumida. Volvió a cargar la mano y a dejarla caer sobre el rostro de Elisa. Estaba disfrutando como el loco que era.

Las chicas permanecían al fondo de la habitación. Riendo entre dientes y hablando sobre ropa. Uno de ellos tenía un móvil de última generación y no estaba dispuesto a perderse ningún detalle.

Enseguida otros dos se precipitaron sobre la pobre chica. Uno de ellos iba con la picha fuera. No llego a introducirla en la boca, eyaculó antes salpicando la cara de Elisa.
Todos rieron y alguno llamó al muchacho "¡pichafloja!".

Luis estaba muy excitado. No le importó lo más mínimo ver el miedo en los ojos de la chica. No le importó verla temblar, al borde de un colapso, y por supuesto nada le importó ver como le caían dos mares de lágrimas de sendos ojos.

Estaba decidido a arrancar las ropas que tanto trabajo le habían costado a Elisa.  

Lo hizo, dejando al descubierto los pechos de la muchacha. Los mordió fuertemente mientras con la mano hacia señales al chico del móvil para que no perdiera detalle.
No tardo en brotar la sangre de un pezón magullado. El grito de Elisa fue atroz.

La escena era macabra. Todos uno detrás de otro la iban tomando. Provocaron una hemorragia en la vagina de la muchacha. Le escupieron a la cara. Eyacularon en su boca y por todo su cuerpo. una chica de las del público introdujo un tablón por el culo de la chica. Todos reían y felicitaban a Luis por la fiesta.

Exhausta intento incorporarse pero estaba demasiado débil. Ya no intentaba resistirse. Un sentimiento de impotencia la embargaba mientras sentía el semen caliente resbalando por su cara.

Por fin cesaron las violaciones.

Después de tres años, Luís y sus secuaces salieron de prisión en libertad condicional (por buena conducta).   

Elisa se hizo famosa entre los más depravados. Ellos se masturbaban visionado su vídeo por Internet.  Mientras los hechos le produjeron un profundo trauma que la llevo al borde de la perdición. Ya no dormía casi nada. Y cuando conseguía hacerlo tenía unas pesadillas  horribles. A veces se hacia sus necesidades encima. Fue perdiendo las ganas de vivir. Se descuidó tanto que se convirtió en un desecho humano. Incapaz de luchar. Incapaz de amar. Envejeció tanto que la mayoría de la gente la tomaba por una drogadicta.

Y así pasa los días, esperando que le sobrevenga la muerte. Sin caer en la cuenta que ella murió una noche de verano, a manos de su único romance.  A manos de una extraña enfermedad llamada: amor.      

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