lunes, 13 de agosto de 2012

99-1

Con los pies empantanados.

No le pongo nombre al malparido
Ni vestido rojo ni un cordel…
Es un clavo ardiendo en suelo frío;  
Simple como un amanecer… 

Hablo de los versos esparcidos
En el frío acero del querer;
De los montes y arrugados ríos
Que pasean por un dulce anochecer.   

No tiene nombre ni destino,
Ni le busques un ¿Por qué?
Es como el agua y como el vino;
El sencillo de entender.

No es piedra en el camino
Ni delirios de un amanecer,
Es canela en labios ebrios
Ladrando besos de papel.

Es el roce del rocío
En manos rotas por doquier;
Un abismo edulcorado
Que miente para enloquecer. 

No son golpes sordos
Ni vertederos de placer;
Es una curva traicionera
Que se esconde en el alcen.   

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