La hora de los cuervos
Las ratas emergen de las profundidades;
Buscando tu cuello…
Son perros traicioneros sin cerebro
Que muerden por la espalda y ametrallan pensamientos.
Aguijonear los corazones que se atrevieron
A alzar el vuelo, por placer de verlos… besar el suelo.
Y en la dulce oscuridad vuela raso un cantar…
Sin miedo a tropezar,
Quiere de tus ojos arrancar…
La llave del silencio que dejó la soledad
En tu cuerpo casi inerte, que no quiere despertar.
Y llegan por doquier;
Millones de libélulas y tragos de aguarrás
Que remiendan sueños soñados en un cristal,
En sucios garabatos que traigo para robar y desnudar
Tu manera de pensar.
Voy a pintar de papel los orgasmos que destilé
En la noche de san Andrés,
Perdidos en las charlas de un burdel….
Que nunca terminan bien.
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